Hacerlo con sinceridad,
sin trampas ni adornos,
sin trucos ni falsedades,
mostrando únicamente la verdad.
Parece un enorme vacío.
El miedo a decir aquello que se lleva dentro
hace crecer la tentación de tomar atajos hacía un camino fácil y seguro,
que solo lleva a un destino lleno de insatisfacción,
pues reprimir la propia voz solo sirve para cavar
día tras día un oscuro agujero en el fondo del alma.
Siempre se puede engañar a todos,
pero al final
uno descubre la extraña paradoja de que solo cuando la sinceridad no es con el mundo
sino con uno mismo
se puede llegar a los corazones.
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