Entre reyes y mitos hay un viejo bajo el sol,
descansando en una esquina donde pocos le prestan atención,
con los ojos cerrados y la cabeza ladeada
siente un suave calor sobre su piel.
Mientras toma aliento e inspira vida
este viejo cuerpo exhala vitalidad y fuerza.
Como una espiga de trigo,
se dobla, pero no se quiebra.
Una densa opacidad envuelve la anciana figura,
pero no ensombrece la tierna calidez de su rostro.
Siempre habrá tinieblas,
pues donde hay luz hay sombras.
Pero la penumbra nunca podrá cruzar la línea que dibuja aquello que se sitúa en la claridad.
Como el viejo,
Vivir en el sol y desde allí ver la oscuridad.
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