Tengo un pájaro que quiere cantar
pero casi nunca puedo oírle.
Hay un perro que quiere comérselo.
Él muerde, ladra y ahuyenta a todo aquel que se le acerca.
Está ciego.
El pájaro espera,
solitario,
el perro tiene miedo,
sufre,
también él está solo,
pero solo él se siente solo.
Desde su refugio
el pájaro mira a aquellos ojos tristes que no pueden ver,
y empieza a cantar con compasión,
una tierna melodía para aquél pobre perro
que poco a poco va dejando de ladrar a medida que empieza a llorar.
Y solo entonces puedo yo, al oír sus lágrimas,
ver su soledad y desolación,
mientras de fondo escucho al pájaro,
que al ver al perro tumbarse dócilmente junto a mí,
se acerca hasta posarse sobre mi hombro
para que escuche con claridad su voz
y pueda así pintar su canto,
que lleno de luz y amor
entona las notas más sinceras
que ha escuchado jamás mi corazón.
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